domingo, noviembre 23, 2008

El zarevich

Me gusta el zarevich cómo no me iba a gustar si me gusta tanto que hasta lo quiero ves es lindo y capo me gusta harto casi más que lo que me gusto yo mismo por eso un ratito cuando leo sueño y me confundo con él soy el zarevich bello pronto poderoso un zar, con la chica que es una princesa hermosa perfecta y sola ella la reina, y todos nos querían y el cuento no acababa, sí, pero se acabó.

Porque tuve que cerrar el libro. Pesabas cerca del sillón de pitas de plástico en el patio, a mi lado, insistías con eso de que así que leyendo los cuentos, el libro de cuentos de las wawas, y que si acaso me gustaba el zarevich.

Me gusta y qué. Vaya con la cuentista, la escritora esta de cuentos para wawas que se burla, no entiende, no sabe nada del que lee, sí, solo lee cuentos. ¿No le gustará quizás a ella el zarevich? Entonces, es que no le gusto yo, porque, poco más que el zarevich, eso soy, también de despierto, yo nunca dejo de soñar.

Ahora no le canto cosas a la Lala , yendo los dos en bici, por miedo a aburrirla, para no desgastar su memoria de las emociones cantadas juntos en bici. Ahora, quisiera quejármele.

El zarevich, avejentado, maltrecho, flojo, no zar, sueña que su Lala lo escucha.

Ricardo Eid, el ciclista del valle, 7 de febrero de este año.

lunes, noviembre 10, 2008

Días de bici

Sábado: a la calle Francisca López, más arriba de la Prefectura. Entrando a la rotonda de La Salle, me doy cuenta que no funciona, no opera, el freno trasero. Pero era sábado por la tarde: voy con cuidado, no había muchos autos por el centro.

Domingo: hasta la plaza, mediodía, calor. Llego sudando, igual sin freno. Sobre el primer anillo y Libertad, me pasé el semáforo en rojo, me dio miedo. Frenaron mis manos, pero mis pies no dejaron de pedalear.

Hoy lunes, saliendo de casa, reviso el freno (¡yo dizqué, revisando el freno!). Me acordé de cómo lo habían arreglado, y pude enroscar yo ese circulito en el tornillo largo. Freno a punto, y salgo a la Nur, por la tarde.

Vuelvo a casa casi noche, fresco, de bajada, lindo. Y pienso "¡ñeee!" cuando tuerzo veloz, inclinando la bici a un costado, dejando de pedalear un rato para después volver a hacerlo, y de los autos me miran, ligera.