Abrir y dejar
Ay, si hubiera podido frenar el impulso, detener sus propios pies, decir que no y paralizar el cuerpo. Si se hubiera retrasado dándole vueltas a la ocurrencia, postergándola para más tarde, distrayéndose con las piedras.
Pero no había sucedido nada de eso. Nada, ni el viento, ni una mano oportuna, ni ella misma y su miedo, la contuvieron.
Al instante estaba allí, cayendo, atravesada por el viento. El abismo bajo ella, enorme y negro, arremolinándose húmedo, esperándola el ojo ciego.
Ay, abrió los brazos y dejó de mirar.
Pero no había sucedido nada de eso. Nada, ni el viento, ni una mano oportuna, ni ella misma y su miedo, la contuvieron.
Al instante estaba allí, cayendo, atravesada por el viento. El abismo bajo ella, enorme y negro, arremolinándose húmedo, esperándola el ojo ciego.
Ay, abrió los brazos y dejó de mirar.