Azoro II.
Había sido yo, allá, sola. Sin ver a nadie, hablando para todos. Después escuché mi voz, y mi piel enchinada. Había sido yo, me dije, gigante y monstruosa. Había tenido esa voz, que flotaba en una extraña belleza. Había tenido yo esas palabras. Ay claudia, cómo eres!