miércoles, agosto 21, 2013

Recoger

¿Recuerdas que aquí habíamos reunido las palabras? Nunca hubo otras que no fueran las nuestras. Hoy yacen aquí nuestras palabras silenciadas.

Tal vez tú continúes cargando mi cadáver tercamente aferrado a tu sombra. Yo arrastro todavía el olor de tus libros y un sol entre las plantas (aún tiene mi lengua la costumbre de tu nombre).

Querido, esto te va a doler (todavía más); esto me va a doler (todavía más): empiezo a decirte.

Repasaré torturada todo el dolor y la ternura. Reviviré temerosa las calles y el agua. Mi casa y la tuya. Naufragaré las noches, cuchillos serán tus dientes y tu risa. Empiezo a decirte.

Tengo que decir. Tengo qué decir.