jueves, agosto 29, 2013

columpio

pasaban los días, pero ya no eran dueños de sí. estos días nuevos estaban ahora condenados a existir en relación a otros, anteriores, y por eso para ella eran cada vez más pesadas las habitaciones, las calles (en aquella ciudad no había parques), las palabras que decía la gente que le hablaba.

¿y qué otra cosa habían sido aquellos otros días, sino una ilusión? su cabeza sobre la almohada, de noche, y ella mirando las velas. pero ¿qué había realmente pasado? volver a los días otros, no poder olvidar los detalles, buscando siempre, una y otra vez, señales. no, no había pasado nada; y sin embargo: el puente y el río. una perra en una foto. un libro cerrado. la toalla nueva. un pequeño instante de complicidad.

había sido una nada, pero lo había roto todo. qué débiles son las notas, los saludos, el respeto. con un suspiro había quedado atrás aquel inmenso mundo suyo y su burocracia.

de noche frente a las velas, se columpia en la nada. y antes de dormir piensa: está bien, así debe ser.

mañana serán otra vez grandes las piedras, pero sus manos ya labraron antes pequeñas piedras azules. no importa. está entera, es ella. y duerme.