lunes, julio 24, 2006

La riada

Nosotras nos derramamos en los hijos, cuerpos de otro que brotan de una.

Los niños que parimos vienen de un agua dulce como laguna, que nosotras las mujeres tenemos bajo el ombligo.

Cuando la gente nueva está lista, esa agua roba el cuerpo y hace olas dentro.

Yo vi esas olas: redondas, inmensas en mi panza. Primero, el flujo se retiraba hacia arriba, bajo mis pechos, una llenura de alevines y nutrias; luego, al instante, empujaba hacia abajo, como un turbión que se encabrita y sacude. Yo tuve ese ímpetu desbocado contenido en mi cuerpo, anegando mi voz, tomando mi carne y estrellándola contra las paredes hasta que se apartaran y renunciaran a ser paredes. Mordisqueando mis huesos hasta que mis huesos aullaran, y abiertas sus bocas, dejaran pasar.

Salieron entonces las aguas. En medio de ellas mi niña, que nació como pez: mojada y desnuda. Surgida en el agua instintiva y terca que aún ahora guarda, como si fuera luna, redondo el ombligo.

3 Comments:

Blogger lunilla said...

Sin palabras..lo describes maravillosamente..
emocion¡¡

9:39 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

me siento muy conmovida...no tengo palabras, pero sentí muchas ganas de abrazar a mi hija.
Gracias

4:16 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

Olas dentro. Olas bajando con fuerza desde los pechos... es una imagen muy fuerte.

(tan fuerte como haber parido, quizá)

4:15 a.m.  

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