jueves, noviembre 30, 2006

Es un árbol

De entre los otros niños surge Ernesto, y es un árbol. Luminoso por sobre todas las cosas, va mi hijo con sus ramas en la cabeza, recorriendo el escenario que queda más abajo que nosotros. ¿Qué Ernesto vas a ser Ernesto? le pregunté alguna vez, cuando él todavía no sabía ensayar respuestas. Ahora, a medio camino entre niño y hombre, es ésto: un árbol.

Sopla como viento la música desde los altoparlantes y mi hijo, temeroso de que las hojas se resbalen por su cabeza, danza. El cuerpo a un lado y luego al otro, gracioso en su inocencia, sin darse cuenta del baile perfecto, pensando que en realidad es la brisa la que lo lleva.

Ernesto, el más alto. Podría correr las escaleras hacia abajo, y abrazarle. Podría gritar enajenada ése es mi hijo. Pero él baila y mueve sus ramas, sonríe levemente y es hermoso. Todo es fácil.

¿Qué Ernesto vas a ser, Ernesto? Ernesto de los mapas, de los versos bellos, nunca pensé que fueras a ser árbol. Nunca pensé, amado Ernesto, que de mi cuerpo pudiera salir, como semilla, un hombre de ojos brillantes, de corazón bueno.