lunes, abril 05, 2010

Tose

Viene Ernesto a echarse conmigo, que escribo. Tose porque está resfriado, y le acaricio un rato la cabeza. Me pide más. Le toco la espalda y me pide que le rasque. Le toco el pie y me pide un masaje. “Es que extraño tus masajes”, me dice. Contenta de que me extrañe, le hago un masaje. Está tan grande Ernesto que casi no cabe en la cama. Por la mañana me recuesto junto a él en casa de madre y “te quiero” me dice.