martes, diciembre 04, 2007

Complacer al padre

Cuando un niño nace, es imposible que su padre no se haga una visión de él. En función de ella, uno-hijo recibirá el abrazo y el ruidoso elogio, o el silencio y la discreta frialdad.

A veces, el hijo-amante está dispuesto, a pesar de sí mismo, a desfigurarse con tal de complacer al padre.

Aún quienes tienen el espíritu rebelde sufren el desencanto del padre cuando por vocación, incapacidad o simple despreocupación no se puede satisfacer esa visión.

Aunque pasen los años y logremos extraños trofeos, sabemos en lo más profundo que no era ése el que papá deseaba de nosotros.

Cómo pesa la complacencia del padre. Cuánto se desea encontrar en sus ojos el brillo del orgullo.

Pero hay también quienes por otros caminos aprenden lo que se necesita para ganarse el anhelado abrazo y logran, desde otra posición, ser lo que sus padres solicitaron.

Tuffi Aré es uno de esos afortunados. El periódico de ayer cuenta en cuatro páginas y a todo color la hazaña del destacado periodista y presidente del Club Guabirá que este fin de semana, gracias a su brillante gestión, ganó el ascenso a la Liga del fútbol profesional.

“-¿Por qué le dedicó el título a su padre, tras el partido?
- Porque fue fundamental en mi vida. Él quiso que fuera futbolista pero no pude, por las capacidades innatas de la vida, pero me tracé un objetivo que fue el de devolverle la plaza a la Liga del club que más ama, porque en toda su carrera deportiva, él sólo jugó en Guabirá. Quizá no hubiera sido el mejor jugador, pero le dije ‘aquí está el título para vos’. Lloramos juntos. Se pueden poner celosa mi madre y mi hermana, pero esto es para él, para mi padre Tuffi Aré
.”

Entonces nos imaginamos el brillo, como si a nosotros nos correspondiera, redimidos.

(Con extracto de El Deber, edición del lunes 3 de diciembre de 2007.)

1 Comments:

Blogger un ciclista said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

7:35 p.m.  

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