Los parados
Miércoles 14. Paro de transporte, la vida de cabeza: ¿con quién dejar a los niños para ir al trabajo? ¿quién cocina? pasó el carro basurero y no saqué las bolsas.
Las calles casi vacías, no bloquean por aquí.
Al mediodía, atravesando las avenidas: negocios cerrados, restaurantes que no abren, tiendas sin atención. En el supermercado, impaciente la cola de los que compran comida lista para llevar a casa. A media máquina el barrio. No hay negocios, no sale la gente a la calle.
No bloquean por aquí (no hace falta).
Nosotros, los de la vida feliz, no somos los mismos sin todos los que penetran la ciudad para cortar nuestro césped, darnos el cambio, cuidar la calle, barrer el patio, cocinar el guiso.
Amelia, al día siguiente: en mi barrio todo estaba normal, había pensiones, en la rotonda harta gente. Y la plaza llena de niños jugando. La gente salió a pasear. Estaba bien bonito.
Todo bonito. Y aquí, nosotros los apoltronados, arrancados de la normalidad, sin nadie a quien mandar.
Las calles casi vacías, no bloquean por aquí.
Al mediodía, atravesando las avenidas: negocios cerrados, restaurantes que no abren, tiendas sin atención. En el supermercado, impaciente la cola de los que compran comida lista para llevar a casa. A media máquina el barrio. No hay negocios, no sale la gente a la calle.
No bloquean por aquí (no hace falta).
Nosotros, los de la vida feliz, no somos los mismos sin todos los que penetran la ciudad para cortar nuestro césped, darnos el cambio, cuidar la calle, barrer el patio, cocinar el guiso.
Amelia, al día siguiente: en mi barrio todo estaba normal, había pensiones, en la rotonda harta gente. Y la plaza llena de niños jugando. La gente salió a pasear. Estaba bien bonito.
Todo bonito. Y aquí, nosotros los apoltronados, arrancados de la normalidad, sin nadie a quien mandar.
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