jueves, diciembre 14, 2006

bici caballo

Es como cuando una recibe un regalo y es niña todavía. ¿Querés montar? me dice, y alarga el brazo, acercando la bici hasta mí. Aún antes de haber vencido la altura de la barra, aún antes de haber tomado los pedales bajo mi mando, empieza a soplar el viento. ¿Te acuerdas cuando subíamos aquellas montañas hasta la cumbre? El premio era la cumbre, por la cumbre misma. Aquella sensación de que no había nada más arriba de ti. Yo siento llegar la cumbre, siento el viento arremolinándose ya en mis cabellos. Sostiene la bici hasta que yo escale su cuerpo de fierros y la monte. Papá también me sostenía el caballo tenso del freno, bajo el cuello de la bestia su mano segura y protectora, mientras yo, orgullosamente sola, apoyaba un pie en el primer estribo, me impulsaba liviana hasta el otro lado de la montura y encajaba el pie libre alrededor del animal. El asiento nuevo es desconocido e incomoda mi cuerpo, no tiene mis formas, pero no importa. Pedaleo y avanzan las ruedas, negras y delgadas, superando pequeñas piedras.

No podré ir lento, lo siento, animal de esquinas metálicas y radios escuálidos, no podré ir lento ¿ves aquél viento? va riendo y me desafía a seguirlo, como cuando encima de los caballos mi cuerpo los taloneaba y ellos apresuraban las patas, rueda bici prestada, los taloneaba y volcaban ellos las orejas, avanza e inicia aquél zumbido, y luego las patas, acompasado, más rápido el paso, las piedras pequeñas como un instante, desenfrenado luego, los manubrios sorprendidos en mis manos, avanza, avanza rápido, séte viento bici prestada, séte caballo.

Hace tanto tiempo yo corría (mis piernas no se cansan, negra de fierro) corría y espumeaba la pelambre bajo la montura, galopaba, no te detengas rueda rueda, el viento en la cara sin armadura sin pared sin vidrio alrededor, sólo yo y mi cuerpo y el viento trepando las lomas, como caballo una bici debajo de mí, galopan ciclando mis piernas de viento, los árboles pasan, las casas pasan, son nada, avanzo galopo ruedo viento, y más allá, junto al agua, debajo de los árboles (desbócate bici debajo de mí) asoma corriendo ladrando colmillos un perro (más rápido negra), un perro de miedo

y entonces (se me viene ladrando) de repente, como animal sediento, desde entre los árboles (no te detengas), un hombre de caballos (el viento) pone el cuerpo

por entre el viento (aparición) un hombre caballo

un hombre caballo, dios mío, pone el cuerpo por mí.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Divino, Claudia. Haces sentir el viento, la libertad, el miedo, el aliento del perro, y el sudor frio corriendo por la espalda. Mas bien habian hombres caballo... ojala los siga habiendo siempre!

4:37 a.m.  
Blogger C-ACE said...

simplemente intenso, bello, musica, wow, q bien q escribes.
Felicidades por el 15 de dic. "!!!:)

7:47 p.m.  

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