viernes, marzo 07, 2008

Recién llegado

Estamos perdidos, le dije a mi hermana aquella noche, cuando no pudimos encontrar el camino. Estamos perdidos, Mariana. No decía nada ella, que caminaba detrás de mí. Yo mirando los árboles, intentando reconocerles el tronco. Pero no eran los míos esos árboles mudos.

Qué fácil es perderse cuando uno es recién llegado. Mariana y yo no nos habíamos dado cuenta, hasta que supimos. Latía nuestra frente y el pulso se acortaba. Las hojas aplastadas a nuestros pies.

Y dejamos de ser, siendo cada vez más pequeños, al sabernos descaminados. Tal vez hubiera sido mejor aunque sea perdernos, pero sin saber que nos habíamos perdido.