lunes, marzo 23, 2009

Siempre

Ayer en la piscina con padre. Mirando el atardecer recostada en un silencio turquesa. Nadar, y sentir que hay un río secreto que empuja desde los pies hacia delante. Cuerpo.

Vamos hasta el otro lado, dice, y sin esfuerzo lo dejo atrás. Padre, nunca podré vencerlo, aunque llegue yo antes. Ahí, jadeante en el medio, cansado ya, él siempre es mejor.

Después la noche, nadando entre los focos amarillos sumergidos. Madre invita empanadas de queso y no hace frío mientras chorreo agua en la orilla de la piscina.