lunes, noviembre 28, 2005

Junto a Ernesto

A mi lado, duerme Ernesto (ha de estar soñando con océanos y mapas antiguos).

Alguna vez me sentí capaz de esbozar su perfecto silencio,
sus ojos cerrados entre sábanas de algodón.
Alguna vez pensé que se me había muerto,
congelado en la noche inhóspita de aquel páramo.

A través de los años oscuros, Ernesto fue compañero.

Ahora nos guarda la tierra húmeda,
poblada de alacranes y verdes diluvios.

Estoy recostada junto a él (por la ventana entra fresca la brisa).

Es noche de naufragios.

Ernesto duerme.
Poso la mano en su brazo tibio. Sus mapas antiguos conjuran el terror de los océanos. Atrapa Ernesto entre sus pestañas mi barquito mutilado.
Me acerco para olfatear su sudor, para rastrear el rumbo de su sangre.
Ese rumbo deberé tomar yo, para huir de mis tempestades.