Las musas envidiosas
Cuentan que un joven enamorado acudió una noche a la ventana de su amada. Había pensado cantarle alguna tonada que supo componer para ella. Pero una vez llegado bajo el rectángulo de luz, habiendo visto aquel perfil perfecto, de cabellos largos y nariz fraganciosa, le pareció pequeña cosa su canción y prefirió sentarse mudo a contemplarla mientras ella se peinaba.
La doncella había tomado un cepillo hecho de huesos de pececillos azules, y pensando en él (sin que él lo supiera) fue tejiendo en su pecho un susurro de palabras que hubiera querido decirle.
Siempre atentas, escucharon las musas el dulce murmullo, más entrañable que ninguna otra oda que ellas mismas hubieran inspirado, y sintieron envidia. Decidieron entonces cubrir los oídos del joven con chirridos de cigarras, de tal modo que él no pudiera escuchar ni las palabras, ni los suspiros, ni el deseo.
Al final de la noche, mientras bostezan las estrellas, alguien vio al joven desilusionado recorrer cabizbajo la vereda.
Desde ese día se habla del capricho de las musas, del inevitable fracaso de los amantes indecisos, y de la insuperable belleza que guardan las palabras en el pecho de una mujer enamorada.
La doncella había tomado un cepillo hecho de huesos de pececillos azules, y pensando en él (sin que él lo supiera) fue tejiendo en su pecho un susurro de palabras que hubiera querido decirle.
Siempre atentas, escucharon las musas el dulce murmullo, más entrañable que ninguna otra oda que ellas mismas hubieran inspirado, y sintieron envidia. Decidieron entonces cubrir los oídos del joven con chirridos de cigarras, de tal modo que él no pudiera escuchar ni las palabras, ni los suspiros, ni el deseo.
Al final de la noche, mientras bostezan las estrellas, alguien vio al joven desilusionado recorrer cabizbajo la vereda.
Desde ese día se habla del capricho de las musas, del inevitable fracaso de los amantes indecisos, y de la insuperable belleza que guardan las palabras en el pecho de una mujer enamorada.
5 Comments:
Bonita historia, un placer leerte.
besos
gracias ángel
un beso
siempre me pregunté porqué esto sucedía.. porqué cuando creía que gritaba, resultaba que nadie me escuchaba... Junto a esto me preguntaba también porqué cuando miraba a la ventana esperándolo, él no estaba ahí sentado en la acera, será que las musas también crearon la niebla y la oscuridad...??? Sería reconfortante que así fuera...
A las musas no les interesa el amor. A veces ponen allí la niebla y la oscuridad, para que naufragues. Los náufragos siempre piden auxilio a gritos. La misión de las musas son esos gritos.
Me encanta leerte y ver como sigues creciendo. Me siento muy orgulloso de ocupar una partecita de tu mundo.
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