viernes, marzo 16, 2007

Seistreinta

Estaba en que la expansión del cultivo de soya se gestó a fines de los años 70, cuando se hizo hora de volver a casa. Pasé en segundos de los mercados cautivos a la avenida de las seistreinta. A mi izquierda, al final de la pendiente que baja hasta el Amboró, el cielo con nubes plomo azulado, que semejan superficies de lagos encimadas al descuido.

Voy hasta el auto. Espero para coger el carril de retorno a casa. En la esquina antes de ingresar al segundo anillo, me pilla el rojo. Y a mi izquierda, de nuevo, el cielo de aguas y honduras. Por sobre el ruido de los autos me llega el último trinar de los pájaros que duermen en La Salle. Se ven las siluetas de los cerros, azules por la distancia, y me pregunto cómo transcurrirá allá lejos este segundo de marzo.

Me despabila un bocinazo impertinente. No termina de cambiar el semáforo a verde, y me reclama que avance. Lo hago: arranco, pero despacio, en primera. Y sigo en primera mientras corto el segundo anillo hacia el costado de la policía. Primera y atrás impaciente, al borde de la histeria el que me robó de las nubes.

1 Comments:

Blogger un ciclista said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

7:57 a.m.  

Publicar un comentario

<< Home