Adiós
En realidad, mantener una bitácora no debiera ser nada complicado. Es una nomás la que se complica, la que se pone varas y marca rayitas negras y rayitas rojas (¡rayitas rojas!) para medirse.
Estos últimos días estuve muerta de miedo. Aún ahora, sigo asustada. La vida es una vorágine. A veces siento que debajo de mis pies sólo hay vacío. A veces siento que sobre mis espaldas los días son piedras enormes e inmisericordes.
A veces siento el amor de los otros.
El hombre-que-pone-el-cuerpo me enseña que la obra está hecha de pequeñas confesiones. De días pequeños. De niños que lustran zapatos. De robarse (¿robarse?) tunas a la vera de un camino.
Trepar cerros. Oler la noche.
Decirle adiós al miedo.
(Adiós miedo)
Estos últimos días estuve muerta de miedo. Aún ahora, sigo asustada. La vida es una vorágine. A veces siento que debajo de mis pies sólo hay vacío. A veces siento que sobre mis espaldas los días son piedras enormes e inmisericordes.
A veces siento el amor de los otros.
El hombre-que-pone-el-cuerpo me enseña que la obra está hecha de pequeñas confesiones. De días pequeños. De niños que lustran zapatos. De robarse (¿robarse?) tunas a la vera de un camino.
Trepar cerros. Oler la noche.
Decirle adiós al miedo.
(Adiós miedo)
5 Comments:
BRAVO!!!
la batalla contra el miedo nunca es facil, por lo general siempre paraliza a la victima
por eso, BRAVISIMO!!!
te tomare de inspiracion en mis luchas personales...
Vengo de trepar cerros, y oler la noche.. Si, en medio de un llanto inaudible en tanta inmensidad, le dije adiós al miedo... Pero aún no sé si el insensato se fue.
Qué hermoso texto, Claudia, me sentí en tus letras... Gracias.
Nosotros somos los responsables de escribir la historia de nuestro continente... Proyecto de Integración Sudamericana.
http://fcorazondesudamerica.blogspot.com/
Adiós, miedo.
Bienvenida, Claudia.
Un abrazo inmenso.
Claudia, en un cuento llamado "El jardín de senderos que se bifurcan" Borges inserta un pequeño poema que se ha hecho un himno para mí:
«Así combatieron los héroes, tranquilo el admirable corazón, violenta la espada, resignados a matar y a morir.»
y desde entonces, desde que lo descubrí, he perdido el miedo y ahora vivo afilando la espada.
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