domingo, agosto 06, 2006

De leche

Mi cuerpo es de leche. Viene de las tetas de una enorme ballena, escandalosa como la luna. Por eso mi cuerpo tiene de mar y de olas. Si apegas tu oído al círculo y guardas silencio, escucharás los bufidos prolongados que ocurren en mi adentro.

Mi cuerpo es más que estos brazos deseosos de tu cuello y de tu pecho. Viene de mujeres trepando cerros, palpitantes los muslos magullados. Por eso mi cuerpo tiene de horizonte y de aliento.

Las mujeres que animan mi cuerpo aprendieron a levantar sus faldas para cruzar los ríos. Verás que a veces crece y amenaza, pero después aquieta y te canta.

Tengo un cuerpo que engendra sus propios lunares y sus propias noches.

Tengo un cuerpo sin hombre. Por eso tiembla cuando se enreda en tu olor, y entonces piensas que es un cuerpo fácil, como un prado.

Pero cuando cuerpo se abre y penetra, migran las ballenas a buscar cantos desatendidos. Escalan las mujeres alturas de menta y viento. Levantan sus faldas ansiosas de agua fresca.

Hay cuerpos simples, que están hechos de carne y kilos y restas.

El mío acuna sólo cuando al otro lado encontramos mares, tetas de luna y colinas viejas.