El flujo
Estábamos jugando a las muñecas, y mi hermana dijo ‘voy al baño’. No volvió jamás la misma. Un grito ciego y cuando quise acudir, Esther, la mayor de las tres, había cerrado la puerta tras de sí. Vi cuando salieron, mi hermana llorando, y Esther llevándola de la mano a otra pieza. Atrancadas otra vez. ¡Quiero ver! Me acerco despacio a esa frontera que antes no había entre nosotras dos. Apego mi oído a la cerradura. Entonces escucho: mujer, bebés, un como nido en tu cuerpo, el nido que debe salir cuando no hay un hombre hermoso que te fecunde, antes no hubieras podido. Yo habitaba todavía ese antes que mi hermana había abandonado para siempre. Teóricamente yo aún podía amar al hombre hermoso sin que se me note.
Después fueron comunes aquellas bolsitas en el baño, sobre el tanque del agua. El objeto de mi deseo estaba dentro: láminas blancas de algodón que yo ansiaba trasminar con mi cuerpo hecho nido. Esas bolsitas decían cosas: cómo asegurar aquella lengua suave en las bombachas, cuántos tipos de flujo existen, los mecanismos fascinantes (canales, hipoalergénicos, absorbentes) que encierran invisibles. Me fascinaba leer las bolsitas, una y otra vez, convocando al milagro para que suceda también conmigo.
Cuando por fin pasó, tampoco pude saciarme: unas cuantas gotitas irregulares e inconstantes. Yo deseaba la exageración de mi cuerpo plasmada en el desborde profético de la predicción científica.
Tampoco tuve el grito ni la complicidad del secreto de las iniciadas. Nadie se perturbó cuando sucedió aquello conmigo. Ni siquiera yo, decepcionada por la insignificancia de mi tesoro carmesí.
No había sido ese instante el que me haría mujer. No acontecía como magia repentina la completitud. El círculo ocurriría muchos años después, cuando desterrada, decidí juntar yo misma los huesos y esta vez sí: proferir adolorida y sangrante aquél alarido ciego de la primera vez.
Después fueron comunes aquellas bolsitas en el baño, sobre el tanque del agua. El objeto de mi deseo estaba dentro: láminas blancas de algodón que yo ansiaba trasminar con mi cuerpo hecho nido. Esas bolsitas decían cosas: cómo asegurar aquella lengua suave en las bombachas, cuántos tipos de flujo existen, los mecanismos fascinantes (canales, hipoalergénicos, absorbentes) que encierran invisibles. Me fascinaba leer las bolsitas, una y otra vez, convocando al milagro para que suceda también conmigo.
Cuando por fin pasó, tampoco pude saciarme: unas cuantas gotitas irregulares e inconstantes. Yo deseaba la exageración de mi cuerpo plasmada en el desborde profético de la predicción científica.
Tampoco tuve el grito ni la complicidad del secreto de las iniciadas. Nadie se perturbó cuando sucedió aquello conmigo. Ni siquiera yo, decepcionada por la insignificancia de mi tesoro carmesí.
No había sido ese instante el que me haría mujer. No acontecía como magia repentina la completitud. El círculo ocurriría muchos años después, cuando desterrada, decidí juntar yo misma los huesos y esta vez sí: proferir adolorida y sangrante aquél alarido ciego de la primera vez.
2 Comments:
Como similar esta eso !
Mi hermana mayor saliendo del bano gritando, mi madre con quien yo estaba en la cocina llevandola a la ducha para contarle esos simili-secretos (que no eran secretos, pero donde yo era prescindible). -- sera el privilegio de las mayores de entrar con honores y comemoraciones extranas, tan jovenes, a la feminidad ? -- Y yo luego contando los 15 meses que nos separaban y que supuestamente, teoricamente, debian marcar LA fecha. Por supuesto, esos meses se estiraron, muchisimo, como acontecio por este pecho que no crecia y que nunca correspondio a sus sostenes ni 15 meses despues de ella, ni 30 meses despues, la verdad. Tuve todo el tiempo de leer las noticias, de probar los sostenes, de contar y re-contar los meses, esperando (angustiada porque segun el calendario iba a acontecer durante las vacaciones de verano...) y imaginando explicaciones a esta "anormalidad". Era injusto que tardaria tanto, pero a la vez, no queria seguir esos pasos y dejar este lugar que conocia bien.
Como para ti, un dia acontecio, mas o menos por decir, y a nadie le intereso. De todas formas, nadie estaba en casa, y tampoco habia que contarlo cuando volvieron. Y salvo que pensé 'con eso, ya estoy como las otras', no cambio nada, y especialmente, no cambio esta idea de no pertenecer en la cual me habia fijado, por el atraso talvez.
A la feminidad entré anhos despues, cuando este cuerpo se lleno y que encontré el sentido de esos ciclos suspendidos. Unos cuantos meses despues, regreso el flujo, pero ya me habia encontrado conmigo.
A las hermanas menores, con complicidad !
Hermoso.
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