Gata
Gata otra vez. Las gitanas de las panderetas husmean el viento y suspiran sin nostalgia (comen de la mano pero persisten en sus cantos de bruja). Al atardecer anudarán el ancho ruedo de sus faldas, muslos de bruma, y se inclinarán para desarmar sus carpas.
¿Sabrá el dueño de estas tierras que los colores también tienen pies, y que se marchan?
Terminará la gata de lamerse el vientre, ahíta de sueño y de almohada caliente, y aguzará otra vez el olfato y las letras. Trepará otros muros, otras enredaderas. Buscará cansada un tejado más amable, que sin dejar de ser rojo, la proteja de tanta tormenta.
¿Sabrá el dueño de estas tierras que los colores también tienen pies, y que se marchan?
Terminará la gata de lamerse el vientre, ahíta de sueño y de almohada caliente, y aguzará otra vez el olfato y las letras. Trepará otros muros, otras enredaderas. Buscará cansada un tejado más amable, que sin dejar de ser rojo, la proteja de tanta tormenta.
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