Siesta de sábado
Tres mujeres para una cama. Yo al medio.
De un lado mi madre, que suele ser tan abrazable cuando yace. De otro lado mi hermana Esther, de cabellos negros, exhuberante y generosa.
Ser feliz es que me rodeen y me arropen y, como si fuera otra vez niña, dormir la siesta agazapada en el cuerpo casa de mamá.
De un lado mi madre, que suele ser tan abrazable cuando yace. De otro lado mi hermana Esther, de cabellos negros, exhuberante y generosa.
Ser feliz es que me rodeen y me arropen y, como si fuera otra vez niña, dormir la siesta agazapada en el cuerpo casa de mamá.
2 Comments:
De chiquita, cuando viajaba mi papi, mi mami siempre me dejaba dormir con ella... aun que se quejaba de que terminaba yo en pleno medio de la cama y ni como moverme... me encantaba estos momentos que la tenía sola para mi. Ahora cuando voy a casa me gusta subir a su cuarto en la nochecita y echarme a su lado, ella leyendo (siempre leyendo antes de dormir) y molestarla hasta que me de bola o hasta que mi papi llega para botarme de su lugar... aveces mi hermana se une y por un breve momento los cuatro estamos sobre la cama, riendo y disfrutando el estar juntos...
Qué nostalgia me dió. Extraño la cama fresquita de mi mamá, la frazada a cuadritos blanco y café supergruesa con la que nos protegíamos del frío paceño algunos Domingos. Hace mucho tiempo no tengo el privilegio de disfrutar de un abrazo de mi mamá. Espero que sea pronto, porque todos necesitamos esos apapachos.
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