domingo, mayo 13, 2007

Mañana de domingo

Se levantó temprano aquel domingo, pensando encontrar la verdura fresca, las lechugas todavía húmedas, libres de sol en el mercado. Con todo, le costó levantarse de la cama: se había dormido finalmente tarde la noche anterior y, aunque no había despertado ni una sola vez (generalmente se despertaba para orinar y volver a desplomarse adormecida en la cama inmediatamente) el calor profundo de los edredones la retuvo una media hora más. Después se duchó apurada (es cierto que mientras lo hacía pensaba en él), desayunó cualquier cosa: leche con chocolate, un pan, y manejó hasta el mercado.

El mercado no le resultaba interesante. Compraba más o menos lo mismo cada semana, en los mismos dos puestos, uno para las verduras y frutas y otro para los abarrotes, para que aquello no le demandase en total más de media hora. Pero aquel domingo también compró carne: molida, azotillo, e hígado de pollo para el perro.

De vuelta en casa, metió ropa a la lavadora, y guardó las verduras mientras cocinaba, pelaba cebollas y mezclaba harina para la comida del animal.

Así fue transcurriendo la mañana, y cuando abrió casi sin pensar la ventana de la cocina, fue por primera vez conciente del olor de la mañana que penetró desde la calle, desde el sol y los colores de la calle, las hojas verdes de los árboles de su vereda, los ruidos conocidos de las casas cercanas. Abrió los pulmones para que la penetrara aquel aroma liviano y tibio, un olor de instantes cómodos y pasajeros, casi irresponsables. Desde ese momento, el tiempo dejó de ser aquello que transcurre jaloneado de las manecillas metálicas de un reloj. Fue otra cosa, algo más personal y flexible, como si le fuera propio y pudiera ella manejarlo a su antojo. Y fue extensa de sonidos y momentos la mañana, y cuando por costumbre miraba de reojo el reloj, resultaba que el tiempo continuaba muerto, mientras ella (más cierta que nunca) parecía danzando entre tomates ruborizados y vapores de hueso.

1 Comments:

Blogger MaríaEscándalo said...

Al fín ella, se adueño del tiempo...

Saludos!

10:57 a.m.  

Publicar un comentario

<< Home