Insistentes
Todavía le cuelga el cordón, pero insiste. Natalia lo toma, le acomoda para él un hueco entre sus manos. Contenido en el calor de carne, deja de llorar. Un momento. Después sigue buscando, sin saber que lo hace. Es el instinto. Busca la madre y su teta (pero no tiene madre).
A lo largo de la tarde, Natalia inventa formas de acallar la constante queja: papel higiénico, cucharillas, leche (caliente fría) esponja, sus medias, una carona. Todo para calmar esa nada. Van quedando los rastros de su compasión por la casa. Para la noche, lo envuelve, lo abriga, le resguarda un rincón en el patio. Pero él, diminuto y ciego, persiste. Maúlla sin saber que maúlla, se arrastra y vence las barreras amorosas que ella le ha puesto. La convoca por sobre el sueño y la distancia. Natalia acude: zafado de la manta, en medio de un charco frío de agua, una chotota ya rastreó el olor de la derrota en ese huérfano doliente.
Natalia llora. Lo mete a su cuarto, lo arropa. Sigue llegando el frío y él persiste. Deja el abrigo, busca, rastrea incompleto, inútil.
Natalia levanta los ojos y me busca. Pregunta.
Disculpa niña, es tan pequeño este gatito, y es tan grande la muerte.
A lo largo de la tarde, Natalia inventa formas de acallar la constante queja: papel higiénico, cucharillas, leche (caliente fría) esponja, sus medias, una carona. Todo para calmar esa nada. Van quedando los rastros de su compasión por la casa. Para la noche, lo envuelve, lo abriga, le resguarda un rincón en el patio. Pero él, diminuto y ciego, persiste. Maúlla sin saber que maúlla, se arrastra y vence las barreras amorosas que ella le ha puesto. La convoca por sobre el sueño y la distancia. Natalia acude: zafado de la manta, en medio de un charco frío de agua, una chotota ya rastreó el olor de la derrota en ese huérfano doliente.
Natalia llora. Lo mete a su cuarto, lo arropa. Sigue llegando el frío y él persiste. Deja el abrigo, busca, rastrea incompleto, inútil.
Natalia levanta los ojos y me busca. Pregunta.
Disculpa niña, es tan pequeño este gatito, y es tan grande la muerte.
7 Comments:
Su página posee una intensidad uterina, una ternura materna y una ferocidad silvestre.
Le quedo agradecido.
He vuelto!!
y espero esta vez con mas cuerda, ya veremos
lo tuyo conmovedor y profundo, como siempre, sos genial
(donde consigo inutil ardor? en lewy no tenian...)
un abrazo
vale
Hermosas imágenes las que plasmas. Una vida entre dos manos cuyo corazón retumba por seguir viviendo.
Hermosas de verdad..
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
No. Al parecer insistir, sacrificarse, buscar incansable y cansado, enfrentarse desnudo y honesto, a veces no es suficiente.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Tus letras me han dejado con el corazón entre las manos.
Natalia es muy dulce. La gran muerte puede llevarse muchas cosas, pero esa dulzura, cuando está, se queda.
Un abrazo grande
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