IV. y final
Ya no les digo a mis pies ‘pies cansados’, ya no le digo a cuerpo ‘cuerpo niño, yo estoy contigo’. No necesito estas cosas. Sólo él toma mis pies en sus manos, que son calientes, amoroso repasa el arco, el empeine, los dedos. Revisa, individualiza las uñas. Una tijera y las corta en redondo. En sus labios los besa. Y así, también con cuerpo.
Dueño de sí, me acompaña. A veces se enoja y otras veces me pide perdón. Suda y huele a él. Como va desnudo, le hieren las libélulas y la luna. Los cerros. Le hiero sobre todo yo, que soy la mujer que lo ama. La que estuvo sola de todas las formas, hasta él.
Dueño de sí, me acompaña. A veces se enoja y otras veces me pide perdón. Suda y huele a él. Como va desnudo, le hieren las libélulas y la luna. Los cerros. Le hiero sobre todo yo, que soy la mujer que lo ama. La que estuvo sola de todas las formas, hasta él.
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