miércoles, mayo 28, 2008

Zozobra

Fijó la vista en ellos y los vio como eran, hombres y mujeres. Ella no sabía como deshacerse de la angustia. Lo que no se sabe. Después empezó a llover y se metieron todos dentro, porque las gotas sobre la calamina apagaban las voces. Las voces apagadas. Siguieron hablando adentro y a ella la llamó la niña para quejarse de sus hermanos. Que habían invadido su cuarto, que le gritaban, que se salgan. Invadieron a gritos. Colgó y pensó que ya era tiempo de volver a casa. Dijo algo, intentó vencer la angustia hablando. La angustia vence. Paró de llover y después la recogió un taxi. Cruzando calles oscuras la llevó hasta su casa. Mientras ella despegaba el candado, el perro batía la cola y mordisqueaba su mano. Los perros en su casa. Los niños, se mantuvo cerca de los niños, se recostó en una de sus camas, olió sus cuellos sudados hasta sentirse segura. El cuello ofrecido.