lunes, agosto 14, 2006

Los besos (II)

En el principio, cuando no estaban nombradas las cosas, y aún antes de que surgieran las cosas para ser nombradas, ya eran Aembé y Mterei. En ese tiempo no había nada, porque nada había sido dicho. Nomás Aembé y Mterei, porque ellos son los decidores.

Cansados de la nada, ambos dijeron sus nombres:
- Aembé.
- Mterei.

Así fueron nombrados y les nació un cuerpo. El de Aembé transparente y liviano. El de Mterei caliente y oscuro. Vieron sus nombres Aembé y Mterei, vieron sus cuerpos y les dio risa. Rieron ambos por primera vez, y así surgió la risa, aleteando de sus cuerpos.

No tardó mucho en brotar de la risa el deseo, y desearon Aembé y Mterei las palabras. Empezaron entonces a desperezarse las palabras en sus lenguas, y luego fueron naciendo de sus bocas. Nombraron ‘lengua’, nombraron ‘boca’, y les gustó besarse y decir cosas.

‘Digamos tierra’ dijeron, y empezó a ser la tierra. Así pudieron sentarse y descansaron sus cuerpos en la tierra.

‘Digamos agua’ dijeron, y empezó a existir el agua. Así pudieron mojarse y lavar sus cuerpos nuevos en el agua.

‘Digamos río’ dijeron, y empezó a caminar el agua.

‘Digamos canoa’, ‘digamos peces’, dijeron, y subieron a la canoa y se pusieron a pescar. Pero pescaron un pez malo que les mordió los dedos. Dijeron ‘¡Ay!’ y surgió el dolor.

‘Necesitamos ver: digamos luz’, pensaron, y empezó la luz. Vieron Aembé y Mterei las palabras, la risa y el deseo. Vieron sus bocas y sus lenguas, y desearon besarse de nuevo.

Estuvieron demasiado tiempo besándose Aembé y Mterei, y no dijeron más nada. Entonces crecieron en el río los peces, y se multiplicaron como en aquel milagro del hijo de dios, y no tuvieron más campo en el río. Salieron del río y conocieron la tierra, pero la tierra estaba muy seca y ellos empezaron a morirse.

Escucharon Aembé y Mterei el ‘¡Ay!’ de los peces y detuvieron sus besos. Sintieron pena al ver tantos peces muertos y se pusieron a llorar. Dijeron ‘pena’ y les salieron lágrimas, que fueron a caer en la tierra, y la tierra se mojó. Surgieron entonces las plantas de aquella tierra mojada. Tuvieron entonces qué comer los peces y dejaron de morirse.

Pero Aembé y Mterei decidieron no besarse más para que así no murieran los peces, y surgió la nostalgia. Pero no quisieron ellos nombrar a la nostalgia, que por eso se quedó presa adentro de sus cuerpos, sin poder realmente ser.

Se aburrían mirando el río y los peces dentro y los peces fuera, y decidieron entonces que fueran diferentes los peces del agua y los de la tierra. ‘Digamos animales’ dijeron, y surgieron las patas, los hocicos, las alas y los pelos en los peces de la tierra, que dejaron de ser peces y fueron animales desde entonces.

Comían plantas los animales, pero se hastiaron de ellas. Empezaron algunos a comerse a los otros, pero también se hastiaron de eso. Nomás comían y caminaban.

‘Digamos día’, ‘digamos noche’, dijeron Aembé y Mterei, y se hicieron entonces el día y la noche, junto con el cielo, que es donde subsisten; y recién pudieron descansar los animales, porque la noche fue hecha para dormir.

Sucedió que en la primera noche, cuando todos estaban dormidos, Aembé y Mterei no podían dormir. Entonces se miraron y se acordaron de la risa y el deseo. ‘Si nos besamos de noche no importa, pensaron, porque igual todos están durmiendo; además ya tienen las plantas para comer’.

Volvieron de esta manera a juntar sus bocas y sus lenguas. En lo que se besaban fueron perdiendo el miedo, así que por fin se animaron a decir ‘nostalgia’. En ese momento se liberaron sus cuerpos de ese peso y tuvo más campo donde crecer el deseo.

Deseó Aembé el cuerpo de Mterei. Deseó Mterei el cuerpo de Aembé. Toda la noche estuvieron Aembé y Mterei escuchando ese deseo.

Cuando llegó el día con toda su luz, de sus cuerpos empezaron a surgir otros parecidos a ellos. ‘Digamos personas’ dijeron ellos, y así surgieron las personas, que son todas hijas de ellos dos y de sus besos.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No estoy seguro de que yo exista, en realidad. No estoy seguro de nada, no sé nada. Imagínese que ni siquiera sé la fecha de mi muerte.

JLB

9:46 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

que bonita manera de contar la creacion de las cosas, de la vida, del mundo. Las palabras que usas son imagenes perfectas que van apareciendo delante de los ojos a medida que uno va leyendo. El cuento perfecto para explicar tantas cosas a mi pequenho gnomo Franka.

5:43 p.m.  

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