domingo, septiembre 03, 2006

Intimidad

La soledad no depende del amor.
Yo por ejemplo, soy amada.

Tampoco es cuestión de plenitud.
Yo estoy con cuerpo,
y cuerpo está conmigo.

Pero no emprendo travesías:
permanezco isla.

Así, al pasar de los años
al haber yo partido
¿quién podrá decir
de mi ventana generosa,
de aquella luna preñada,
de mi estar desplegado y tranquilo?

Todas esas pequeñas cosas
que hacen mi pasar
(las arrugas de mi sábana
las horas y su rutina
las voces que escucho de los niños)
se habrán, también, ido.

No habrá quien pueda
juntar las piezas
diminutas efímeras
que me dibujan.

La soledad son los hábitos
minúsculos que no compartimos.

La intimidad silenciosa.

Cierta ternura guardada.

Y los gestos inválidos, perdidos.

2 Comments:

Blogger Enrique Fernández García said...

Decepcionado por la insipidez de varios escribidores contemporáneos, supuse que tu bitácora contendría pocos resplandores. Ahora, tras haberla leído sin premura, puedo afirmar que, a veces, los prejuicios literarios nos privan de inefables deleitaciones.

4:45 p.m.  
Blogger Vania B. said...

Como siempre querida Claudia logras conmoverme con tus letras. Un abrazo.

6:51 p.m.  

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