miércoles, enero 03, 2007

Al norte

En el aeropuerto, antes de embarcar, la gente llora al abrazarse, despidiéndose. Ella, la del cabello largo, enfundada en aquél traje que todavía se le nota ajeno, gime y murmura en el oído de una anciana, que se aferra a ella y le dice cariños. Se tiñe de rojo el borde de los ojos, el rostro, de la gente cuando llora.

Después, en el avión, sujetas sus manos a la cartera, como una protección, como un escudo, una bandera, no entiende el protocolo. Son extraños los artefactos, los números. ¿Me puede decir cómo se pone esto? Es el cinturón, y se ajusta aquí, se suelta allá, lo pone de este modo y al levantar esto lo saca. Gracias, dos ojos pidiendo disculpas. El cuerpo arrepentido de estar.

Me bajo en Santa Cruz y el avión continúa a Panamá, a México y más allá. Sigue a bordo ella, intenta, persiste con sus gestos tímidos, sus yo no sé y su cuerpo desplazado pero fuerte, pero terco, pero atrevido, allá, más arriba. Se va sola, el cabello de peluquería, dedos de arañar carteras ¿me puede decir…? sólo ella y seguro las palabras de la anciana, de su compadre, de todos los que le lloraron sobre su ropa nueva.

1 Comments:

Blogger un ciclista said...

¿Cómo pudiste decir tanto diciendo tan poco? Uno necesita leerte, Claudia; al ver, tú lees, y escribiendo nos muestras, para que leamos.

2:07 p.m.  

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