domingo, septiembre 14, 2008

De Manuel para Juana

MAÑANA CUANDO GANEMOS

Cuanto todo haya pasado y estemos tranquilos todos, cuando la victoria sobre la muerte nos tenga alegres, a pesar de los muertos inocentes y culpables que habrá dejado esta guerra que ahora empieza pero que entonces habremos ya ganado, cuando podamos descansar porque pasó la amenaza, se acabó el miedo, porque perdieron y se fueron los dueños ladrones de las tierras que a los pueblos originarios robaron la tierra, los botamos, perdieron y escaparon los empresarios hambreadores, patrones del salario menor, los botamos lejos, no le hicimos caso a la muerte que ofrecían imponer, y los vencimos con fuerza y dignos, con honor los expulsamos de nuestra casa, la patria, la Bolivia, Bolivia andina de altas montañas duras con sus enormes llanos adjuntos, Bolivia de gente oscura y fuerte, única gente que aquí habla y decide y lucha, entonces, cuando hayamos ganado esta guerra, a ella iré, echada ella en la hamaca que está en el patio, con los brazos quietos en su regazo, y, llegando, la veré mover los brazos, algo dirá callada una mano suya, porque le voy a acercar la grabadora a la boca y, por más que no quiera, la voy a hacer cantar grabando una, dos, más rondas, baladas de esas viejas canciones con las que, en los patios, de chicos saltamos, jugamos, cojeamos, tapados los ojos con un trapo amarrado a la cabeza para mejor cortejar, ojalá enamorar, pelearnos, jugar, reír, correr, tocarnos entre niños en la tarde hasta la noche, repitiendo cantando las letras de nuestros papás y mamás, y ella, que recuerda todas las líneas de cada letra, las dejará claras con su voz limpia en una cinta de cassette para los hijos de nuestros hijos, y esto va a ser así, cuando haya terminado este tiempo de guerra que por hoy todavía comienza, cuando, con la victoria de nuestro pueblo, estemos tranquilos, seguros, y estemos en el patio, en la hamaca echada ella, yo cerca con la grabadora de cinta en la mano a su boca que va a cantar, mañana.

De Manuel en Cochabamba para Juana en Santa Cruz de Bolivia, 14 de septiembre de 2008, de luto, en la semana de la masacre de Pando.

sábado, septiembre 13, 2008

Juana y Manuel (1)

DIEZ PARA LA VIDA


Desde su sed y su herida, el poeta recuerda al poeta, y citándole repite:

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

(Miguel Hernández)

UNO
Situada la cámara de espaldas a la plaza Murillo, filma de frente a los que intentan subir. Está la cámara del lado del ejército, y mira y filma los gases y las balas (esa vez dispararon los soldados mucho) que recibe la gente que intenta subir.
En el fragor de la protesta y su represión, las palabras no se entienden, son esta vez los ruidos, las pedradas, los gritos. Pero de entre esa confusión emerge un joven que se ha puesto la bandera estirada sobre el pecho. Tiene rojo amarillo y verde y se ofrece, convencido de sí, a las armas que le apuntan. Humo, gas, la cámara trastabilla.
Vuelve a nuestros ojos el joven de la bandera, pero ahora doblado, ahora cayendo, ahora tapándose la cara adolorida con la bandera arrugada, la otra mano sujetándose la pierna y los que con él estaban rodeándole. “¡Está herido! ¡Está herido!”, sorprendida la candidez.
Uno de los cientos de heridos de aquel octubre del 2003.

DOS
Aquel octubre cuando no había tantas banderas bolivianas como cruceñas hay este septiembre de 2008, desde hace tantos meses la cruceña regada por todas partes, y en el centro, recordamos hace unos meses en la Bolívar (justo el nombre) en la azotea del edificio de Cotas habían puesto también la publicidad “Cotas lo hizo”, lo demás tapado. Y delante de “Cotas lo hizo”, como una confesión, la bandera cruceña sucia y rota de vapulearse al viento, triste la bandera, triste.

TRES
Dice que en aquel octubre la gente salía de sus casas a protestar y en la esquina se encontraba con otra gente y se armaba el grupito que luego en otra esquina se encontraba con otro grupito y se armaba el grupo, y así en cada calle siendo más. Hasta llegar a alguna avenida, y dice que en El Prado era una la multitud que bajaba, los estandartes confundidos, la formación ya relegada, y otra la multitud que subía.

CUATRO
Estaba la señora en el atrio de la catedral cruceña el martes 9 de septiembre de este año 2008 por la noche con su megáfono y hablaba el que quería, venía un hombre y hablaba, ella sonriente a su lado, después venía otro y lo mismo le entregaba ella el megáfono, después hablando ella, cuando en eso llega un hombre decía él “mandado de la gente del comité y de la prefectura”, sus jefes que estaban reunidos en el club social, dizque deliberando los próximos pasos, y llega él presuroso y preocupado hasta el megáfono, pero no quería el megáfono, sino quería decirle a la señora que tan entusiasta hablaba “que no se disparen”, que ya hablarían los que saben y deciden, pero que ellos “no se disparen”, y su voz se escuchó fuerte porque llegó hasta el artefacto de sonar.

CINCO
Ese mismo día pero más temprano, al principio de todo, en el Instituto Nacional de Reforma Agraria levanta con un solo brazo la mujer al niño con parálisis cerebral que estaba en su silla de ruedas, un brazo le basta porque está tan liviano porque no come no puede comer, y lo utiliza, lo maneja como ariete contra los escudos de los soldados que la miran sin atinar a nada, ella maneja al niño que no puede decir ni puede negarse asustado contra los escudos, cuántas veces ya lo habrá hecho: el niño contra el gas, pero a ella no le importa.
Había el poder regional contratado o apalabrado una turba de unos cientos que van amedrentando por las calles con palos (todos iguales los palos, cuántos cientos, todos mandados a hacer) y petardos y escudos, pero no hacen masa, sino apenas un triste rebaño enfurecido, triste.

SEIS
Se había aparecido el dizque padre de la patria, Walter Arrázola que envía mensajes electrónicos aunque no le pidas que te los envíe, en esa calle donde queda el hotel La Paz, para que los de los petardos y patadas dejen salir del hotel a los soldados pateados que debían ir al hospital. Muy fraterno él de ida a salvar los soldados, y cuando ya se iba, siendo entrevistado por un empleado de algún canal, fruncido el ceño del diputado, se le acaba la fraternidad al llegar a la esquina, y convoca al “pueblo cruceño” a reunirse frente a la prefectura “con las armas que tengan”. “Con las armas que tengan”, “con las armas que tengan”, lo dijo tres veces, pero parece que nadie fue y en el canal no repitieron aquella vergüenza ni en el noticiero, ni nunca más.

SIETE
Más tarde el mismo martes 9 por la noche y después tantas otras veces, esta dirigencia que nos merecemos, habla de democracia y habla de libertad y nosotros pensando en esa libertad buscamos el Canal 7 (que, Cotas lo hizo, lo pasó al 82 y ya queda lejos de los canales locales) pero el Canal 7 no está porque lo destrozaron. Entonces decimos la Radio Patria Nueva, pero en la radio la Patria Nueva no está porque también la destrozaron y nos parece que han destrozado la libertad mientras tomaban el CEJIS y armaban hogueras con libros en la calle, o habrá sido cuando tomaban la Confederación Indígena del Oriente Boliviano cerca de la avenida Cumavi de ida a la Villa Primero de Mayo, o la Central de Pueblos Étnicos de Santa Cruz ahí cerca también, o habrá sido cuando pateaban collas o “masistas” en la calle o en la plaza.
Límpida la frente de los que salieron en diciembre de 2007 en las listas negras que decían “Santa Cruz libre de basura masista”, pero límpida sólo la de ellos porque entre nosotros no hubo uno, ni uno solo, que fuera a la plaza, que organizara un acto de desagravio, ni nosotros ni esta dirigencia que nos merecemos. Tristes de miedo, tristes.

OCHO




NUEVE
En silencio el octavo porque Bolivia está de luto en Pando. Mudo porque así están los ausentes que salieron de casa y jamás volverán. Son los ausentes que yacen en algún lugar del monte, abiertos los ojos al cielo. Los que jamás podrán contar su historia de cómo, de quiénes, de cuántos. De cuántas veces el plato vacío, de cuántos kilómetros hasta la escuelita, de cuántas veces la sed y el miedo y el sindicato y la esperanza, la tierra el verde y el río.
Se quedan entonces mudas esas historias, porque hay otros que no dejan pasar. Cuántos heridos, perseguidos, torturados, desaparecidos, pero ellos no dejan pasar. Que el IDH, dicen. Que la autonomía, y qué puede ser más importante que un hombre que una mujer con la vida pendiendo de un hilo.
Que se lleven toda la plata, que vengan y se lleven todas las cosas, si tanto les gustan las cosas, si lo que importa es la vida y si la vida no es propiedad de nadie, pero ellos no dejan pasar. Se habían creído los dueños, disparan, matan y no dejan pasar.
Tristes dañinos, tristes los hacendados y empresarios y cívicos que están dando al país violencia, muerte. Triste la muerte que ofrecen. Triste su pronto destino de muerte propia (la que buscan) lejos de esta patria que podría cobijarlos, si sólo se despojaran, como hombres arrepentidos, de su programa de daño triste.

DIEZ
Y el décimo para tu esperanza y la nuestra, para que honrando a nuestros muertos de bala de hambre y de olvido, llenemos de amor esta nuestra empresa, de palabras la guerra, de amor la vida.


Juana y Manuel
Santa Cruz de Bolivia, 13 de septiembre de 2008