Digo “ay” y suspirando me levanto. Hay
una oración pequeña que uso para encomendarme.
Quisiera decir que los días
empiezan fáciles, pero mentiría.
Es difícil el comienzo de los días. Saliendo
del sueño o entrando a él, una es una antes que cualquier cosa. No es que me
calle, ni que finja. No es que habiendo llegado al trabajo, me cueste hacer
(porque llego y todo es natural). Pero al iniciar el día, siempre me asalta el
deseo de ser yo, desbordadamente yo, y nada más.