lunes, noviembre 28, 2005

Junto a Ernesto

A mi lado, duerme Ernesto (ha de estar soñando con océanos y mapas antiguos).

Alguna vez me sentí capaz de esbozar su perfecto silencio,
sus ojos cerrados entre sábanas de algodón.
Alguna vez pensé que se me había muerto,
congelado en la noche inhóspita de aquel páramo.

A través de los años oscuros, Ernesto fue compañero.

Ahora nos guarda la tierra húmeda,
poblada de alacranes y verdes diluvios.

Estoy recostada junto a él (por la ventana entra fresca la brisa).

Es noche de naufragios.

Ernesto duerme.
Poso la mano en su brazo tibio. Sus mapas antiguos conjuran el terror de los océanos. Atrapa Ernesto entre sus pestañas mi barquito mutilado.
Me acerco para olfatear su sudor, para rastrear el rumbo de su sangre.
Ese rumbo deberé tomar yo, para huir de mis tempestades.

jueves, noviembre 24, 2005

Jinapuni

no conozco estas palabras pequeñas tukuy de manos y bocas tantas parlarispa lenguas con ganas de reír palabras kunan de aire y agua dulce como agüita de entre las piedras va caracoleando ari dando vueltas va saltando rodeando muñu entre el silencio y lo oscuro emerge como warmi serpentina y después brota primero de a poco después de a mucho jinapuni como una cascada ocupa todo nombra chai el aire nombra chai el pan y chai las casas nombra chai las piedras y chai las manos ñuqanchis las hojitas nombra a salustiana como salustiana y salustiana ríe y se abre y dice ya no sudo ya no tengo miedo t’ukuriy salustiana habla nombra chai y suelta el cuerpo salustiana kayjinas de las flores amarillas estas palabras pequeñas qué magia tienen imainataj que no puedo entender pero me envuelven ruakunchij y río yo también cosquillean parece estas palabras-agüita ¿ni?

martes, noviembre 22, 2005

La noche

No se puedo olvidar la noche, el vacío de la noche, el filo de la espera. Mi cuerpo aprendió la noche, como otros aprenden el hambre.

Se arrebuja en mi vientre la noche.

Mirará ella a través de mis ojos, y de mi cuerpo brotarán cuchillas.

No soy yo, es el amargo aliento de lo vacío.

No logro arrinconar aquella noche: el deslizarse de los autos, los aullidos de los gatos, la cortina blanca de mi ventana. En mi adentro, el silencio, el vacío entrando, escarchado y tajante.

No soy yo, es alguna mujer
cargando su noche.

jueves, noviembre 17, 2005

Lo que le dije

‘No preguntes nada’, le dije, y él obedeció. Pasó la primera noche, y juró que era yo la más bella.
‘No me pidas nada’, le dije, y él obedeció. Pasó la segunda noche, y me trajo dos hojaldres rellenos de dulce de leche.
‘No esperes nada de mí’, le dije, y él obedeció. Pasó la tercera noche, y me regaló un abanico del otro lado del mar.
‘No me escribas cartas de amor’, le dije, y él obedeció. Pasó la cuarta noche, y me contó de borracheras azules que me hicieron reír.
‘Ya no vengas’, le dije, y él obedeció. Pasé la quinta noche llorando la ternura que, de dientes para fuera, nunca le quise recibir.

viernes, noviembre 11, 2005

Esquina Ravelo

A veces, es bueno tener un hombre. Un hombre generoso, que sepa abrazarte a través de las sábanas.
Yo tuve un hombre. Todavía lo recuerdo. Una vez dormimos juntos.
¿Qué nos habrá separado? Acaso hayamos sido náufragos de mares distintos. Acaso hayamos temido no poder ser solamente uno.
Nunca me puse sus calzoncillos. Jamás recogió él un cabello mío de su almohada.
Y sin embargo, acarició mi alma.
Existen mujeres benditas, que transcurren la vida entera con su hombre. Yo tuve apenas una noche de dormir junto a él. No me hizo hijos. No estrenó zapatos conmigo.
Una noche. Y después, los meses, los años.
Pero me buscó entre las sábanas, y cerró sus ojos cobijado en mi cuerpo. Descansó sus días aferrado a mí.
Mientras lo miraba dormido, yo pensaba 'a veces, es bueno tener un hombre'.
Porque las historias de parejas, de matrimonios, duran años y hasta vidas completas. Pero las historias de amor, las historias perfectas, duran apenas un día. Una noche, apenas.

lunes, noviembre 07, 2005

Noelia contra las pesadillas

No es negra, sino más bien blanca. Yo lo sé porque la vi cuando vino a llevarse a Noelia. Se la estaba alzando de la cama, para llevar su almita pequeña, y yo la toqué. Ella giró asustada. Sus ojos amarillos, su piel transparente.
¿Qué buscas? me dijo. Es mi hermana, se llama Noelia, le respondí. Primero no supo qué decirme, y tuvo que pensar un ratito. Después: ya lo sé, me dijo sonriendo. Mi mamá se va a poner muy triste. Entonces ella olvidó un momento el llantito quedo de Noelia, y se concentró en mí.
Ya van semanas que voy sintiendo un aliento helado por las noches, me dijo. No puedo dormir. Apenas cierro los ojos, unos pájaros negros vuelan sobre mi cama, y tienen dientes en sus picos, que son picos de matar. Tengo que llevármela, sé que cuando duerma a su lado volverá el calor y el buen sueño. Te prometo que no la voy a lastimar.
Mi mamá se va a poner muy triste, repetí, sin mucha convicción. Es verdad, me dijo. Yo no puedo cambiar eso. Debo llevármela. Los pájaros negros quieren devorarme, y sólo Noelia los puede ahuyentar.
No quiero morir, me dijo, triste, desde sus ojos amarillos.
Yo no supe qué más decirle. Chau, me dijo, y me besó la frente. Entonces volvió sobre Noelia, encerró su aliento con un movimiento rápido de sus manos, y levantó su almita, la fue jalando, jalando despacito, hasta que Noelia dejó de respirar. Ya no se escuchaba su llanto suave.
Entonces, con su almita entre los brazos, me miró. Perdóname, me dijo, yo soy así. Y se fue.
Mamá lloró mucho, mucho mucho. Después los años fueron borrando de a poco su dolor.
La muerte es así, blanca y miedosa. Cuando tiene pesadillas, se lleva un niño. Pero es buena, a mí me besó en la frente, y me pidió disculpas. Mi mami siempre dice que para ser angelito hay que aprender a pedir perdón.

domingo, noviembre 06, 2005

La inocencia

La inocencia es amar a un hombre como si fuera el único. Negarse con soberbia a penetrar otras bocas. Inocencia para pensar que ése es el único abrazo capaz de contenerte.
¿Qué le espera a una mujer sin inocencia? Pierden credibilidad las excusas. Ya no se pueden romper los platos alegando locura momentánea. Cuando la frontera queda a las espaldas, no se puede volver jamás.
Y aquí el idioma es diferente. Son otros los gestos, el olor. Las palabras se tornan escandalosas y densas. Como la piel del durazno atravesando la garganta, lo áspero es un placer.
Pienso en las mujeres que me antecedieron. Entrañables mujeres amasadoras de pan, olorosas de hierba buena. Desenredan pacientes mis cabellos, estas mujeres antiguas, cuando las busco con los ojos asustados, a la luz de la vela.
Están aquí, en mi saliva, probando las nuevas frutas. Están aquí, en mis sandalias, embarrando mis pies al borde del río. Están aquí, en mis rodillas, cuando otra agua invade mis límites.
Vamos juntas, mis mujeres entrañables y yo, compartiendo noches en blanco y recetas de cocina. Apresurando mis pasos para recibir desnuda la luz del sol.
¿Qué le espera a una mujer sin inocencia? Como la piel del durazno atravesando mi garganta, lo áspero es apenas el preludio de una pulpa jugosa y afilada, dulce y tortuosa. Encantadora.
Sólo espero que mamá no me vea.

viernes, noviembre 04, 2005

Presentación

Soy
leche tibia en el barro
marcas a fuego que el tiempo deja
un dulce Ave María
olvidado en la banqueta

Soy brisa lujuriosa
tras un alambre con ropa
la pompa de jabón
que algún niño sopla