martes, enero 29, 2008

Preámbulo

Estoy en la ola de los días. En la cresta misma de los días.

Si la ola me arrastra, si me lleva hasta su vientre.
Si la ola me atornilla a su fondo, si me retiene y después me escupe.

Tu cuerpo en Sucre, antes del embate.

viernes, enero 18, 2008

A un costado

Algo muerto en la vereda (Natalia mira las cosas). Amarillo casi verdoso en la punta del pico, y donde éste se ensancha, rojo fuego. Verde iridiscente las plumas de la cabeza hasta el cuello. Después, por el cuerpo, más iridiscente pero azul fuerte. Azul más oscuro en la punta de las alas. Atrás, alrededor del ano, plumas blancas limpias, como recién retoñadas. Patas largas, amarillas. Hormigas negras brotando de sus ojos.

al mar (2)

queda el sudor en la ropa
el peso del cuerpo

queda el calor de mi mano
el rastro de mis pies

pero en el agua
¿qué queda?

somos nadie
para el agua
porque no le dejamos marcas

eso es lo que somos:
no hay huella en el mar

al mar

me voy al mar

será buena / será mala
la lengua de agua

será buena / será mala
la madre de sal

la negrura en el fondo
será buena / será mala

del mar
no querré quizás
volver

mi propia huella
tal vez no
calzar al revés

tal vez
puede ser

no sé

miércoles, enero 16, 2008

y me sumerjo

así lo había soñado (pensando que era inútil):
el hombre abundante de caballos
así lo pedí
hombre (a la vez) como almohada
para recostar tanto pienso

él
desbocado y ansioso (hombre como animal)
que gruñe y existe

los cerros (mira los cerros y siente una magia)
los árboles el agua (venimos del agua me dice
y yo arrullo su piel como de río y alga)

un hombre en éxtasis
(yo pensaba que no había luz)
es como el mar

parada en su orilla
lo miro

‘círculo’
y me sumerjo

martes, enero 15, 2008

La herencia

No tiene la culpa el pasado, que ya no se puede cambiar. Tiene la culpa la letra, la grafía que hace presente al pasado. Que lo repite, cada vez que lo buscas.

Un cuchillo por lo que dije, lo que puse, lo que mostré.

Un cuchillo para la que dice (y todos saben).

Yo puedo armarlo en mi cabeza. Puedo entenderlo, soy yo. Y ésta también soy yo: pelo recogido, uñas mordidas soy yo. Afuera, una hamaca quieta. Pero vos no quieres. Vuelves la página y se te aparece el fantasma de cuando no estabas. Porque no estabas. Te quedas entonces, buscando una sombra. Y el viento pasa, y nos hacemos viejos.

lunes, enero 14, 2008

Incompleto y memoria

Las piedras en el patio del colegio de mis hermanas. La leche, mucha leche. Los peces tirando del anzuelo. Un caballo sobre un promontorio de tierra y sobre el caballo yo y sobre mí el cielo. Después verde. La ropa de mi niño, todavía sin niño, colgando del alambre. La noche del viaje. Natalia saliéndose de mi adentro. Francisco hermoso. Una mujer con cicatriz. Las palabras para nombrar. Algunos nombres. Vos sudado llegando. En el micro, vos sonriendo y detrás de vos la calle, antes de que te apresen. Tu nuca, y en tu nuca, mi mano.

domingo, enero 13, 2008

Encrucijarse

¿Dónde soy más yo?
¿estoy lejos? ¿estoy cerca?
¿será mío todo esto?
Y cuando una misma se hace la herida
¿por qué se la hace?
Cuál es mi lugar
y por qué es tan largo el camino.

sábado, enero 12, 2008

Kobayashi Issa

Te lavan cuando naces.
Te lavan cuando mueres.
Eso es todo.

Kobayashi Issa, poeta japonés del siglo XIII.

martes, enero 08, 2008

Ese recorrido

¿Te das cuenta que me pides cosas que nadie más pediría? le dije cuando sugirió que fuéramos en bici, cruzando todo el centro a eso de las tres de la tarde. Cosas incómodas, le dije; el calor, llegar sudando. Yo quería ir con falda.

Por las losetas, el traqueteo de los fierros viejos de mi bici. El silencio de la prestada que usaba él. Mi dedo en la campanilla que insiste (tlín tlín) en cada desnivel. En cada esquina estirar el cuello (pero no sudo) y pasar, o esperar (está fresco el viento) y a veces que te cedan el paso, agradecer con la mirada, con un movimiento de cabeza (agradece él, yo nomás paso). Algunos nos miran al pasar, imagino con envidia cuando los superamos, libres cabalgando zancudos rodantes.

A la derecha de la vía, él a mi lado un poquito detrás, y los autos le bocinean porque ocupamos más espacio. ¿No ves que me pongo más nerviosa con vos ahí? No ve. Prefiere protegerme (es lindo que el hombre me proteja).

Poco movimiento en el centro, hasta llegar. Me traje esta toallita roja para secarme así la cara, los brazos ¿ves? cuando lleguemos. ¿Quieres? No, pero igual se la paso por los pómulos, bajo la nariz. Desaparecen las gotitas de su piel.

Nos abrirán la puerta, pediremos agua, nos traerán agua con hielo y tomaremos mucha.

A la vuelta, le digo que el recorrido hubiera sido uno más, en un día cualquiera, si hubiéramos ido en mi auto. Pero que en bici, era inolvidable.