martes, marzo 30, 2010

Adentro

A tres cuadras de donde vivo hay una piscina (grande, tibia, iluminada con sol). Hoy fui a la siete de la mañana, pero estaba cerrada por mantenimiento.

Ya estuve ahí el domingo. Quiero decir que al principio no podía hacer nada, como si el agua quisiera escupirme para afuera.

Pero después, volvimos a encontrarnos el agua y yo. Como una amante, como una madre, el agua me acariciaba. Agotada en su abrazo, zambullida yo en su vientre.

viernes, marzo 19, 2010

Un tiempo

A veces me abraza el silencio. Pienso: quién soy. Muchas respuestas. Todas moribundas, pasajeras, transparentes (una mujer camina atajando entre sus manos la herida). Me descuidan las palabras, se enredan. Luego intento: tal vez ya lo haya dicho todo. Es así, las letras son el destilado de los días, todos revueltos, enmarañados mordiéndose el pescuezo. Puede ser éste el tiempo de juntarlos, cargarlos y atormentarlos de nombres, lugares. Miedos.

Algunas noches, también escribo. Agazapada, como lamiendo heridas, escribo para mí.

lunes, marzo 15, 2010

Así caminaba

La última vez que estuve en un hospital fue para dar a luz a Francisco. En la ecografía, ya habíamos adivinado la forma de su nariz. Pero en el último chequeo sus latidos se habían escuchado débiles. Al pasar las horas, su vida parecía debilitarse, y finalmente tuvieron que hacerme cesárea.

La primera operación y nació él, hermoso.

Pero después, en los días que siguieron, estaba la herida, gigantesca y amenazante en mi bajo vientre. El dolor punzante de la carne desgarrada. Al bañarme, no podía dejar de sostener mi panza, ahora flácida y vacía: estaba segura de que por aquella boca trágica se me saldrían las tripas.

Así caminaba aquella mujer, en extravío por las calles atardecidas, agarrándose la barriga para no desparramar la entraña desocupada sobre los adoquines.